domingo, 29 de mayo de 2016

199

Tal como creí que pasaría, mi interés por plasmar mis pensamientos sobre ella disminuiría con el tiempo, aunque no necesariamente ha mermado la intención de sacarla definitivamente de mi. Porque me gusta recordarla con varias intenciones y distintas finalidades, imposibilitado en parte por mis trastornos que afectan el presente y anteponen el pasado como fantasías algo recurrentes de lo que sea que necesite...

Por ejemplo, en mi camino te busco para reducir el espacio a la casualidad azarosa. Otras veces, busco en nuestras fotos y las miro, recuerdo particularidades, momentos y sensaciones que desconozco si son creadas o el pensamiento en si las detona. Puedo decir que hay ocasiones en que trato de decir tu nombre, y verifico que no sea así, que mi boca no se haya abierto o la voz haya escapado de mi garganta. Ya no te he soñado y es bueno, porque me indica que mi subconsciente te ha tranquilizado.

Me engaño ideando argumentos que no sucederán, irrealidades y ficciones de una vida que nunca nos corresponderá vivir, sin embargo, abono día a día el árbol que da sombra a lo inverosímil de todo esto.

¿Por qué? Estoy enfermo, en general me siento disociado del mundo, al menos en parte, no quisiera ser de aquellos perdidos en el rumbo de sus instintos, pero tampoco deseo dejarlos de lado, instintos corruptos, malintencionados, sinceros y crudos, inmorales y sarnosos.

Es un amor enfermizo entonces, una obsesión ablandada por el tiempo aunque encostrada en el cuerpo. No querer saber nada de mi, son las palabras que de repente ayudan a sacarte de mis motivos, pero después fallecen o reencarnan en otros más severos. Cuando me escribiste que no te buscara más, lo acepté, pues siempre acepté tus decisiones, debo reconocer que tu parte más dócil fue de la que me aferré y la que menos me gustaba, al contrario, pedía a gritos tu revelación, tu poder y dominio.

Han pasado años, y he tratado de ser mejor, he fallado y veo que tú me amaste en mi fracaso, me ayudaste, y ahora necesito ayudarme a vivir sin ti.

Extraño algo, ¿eres tu? O solo eres la extraña que le da forma a esta maraña de ideas delirantes entremezcladas con lo intangible...

Ya no estás aquí, ni lo estarás, y lo que dolió ya no duele, ni dolerá, entonces, ¿vale la pena seguir ese trazo de alegría espuria y superflua a cambio de algo indescifrable? Qué más queda, ¿qué?

No hay comentarios:

Publicar un comentario